Ayer, después de muchos días de ola de calor (cosa esperable en verano), se levantó una tormenta importante en mis pagos. Las tormentas son un fenómeno que me gustan mucho. No se por qué, pero siento
predilección por las ventiscas, el destello de los rayos cayendo a la distancia, la lluvia golpeando sobre los techos (dormir con el ruido de la lluvia sobre un techo de chapa es una de las cosas mas relajantes que hay).Pero en fin, a la tormenta se le sumó un corte de luz y de agua. Fue como un volver a una
época mas primitiva, pero no tan lejana, en la que uno estaba mas
desprotegido. Porque, la sociedad
ultratecnológica en la que vivimos, nos hace muy dependiente de todos los servicios que
consideramos básicos e indispensables. Y, entre otras cosas, nos reduce bastante la habilidad de la charla, de compartir historias. Dejando de estar sumergido en el bullicio diario de la televisión, la radio,
Internet, etc, uno se da cuenta que cuesta un poco mas socializar.